domingo, 29 de septiembre de 2019

Resultado de imagen de Lc 16,19-31
Poseer riqueza significa estar amenazado por las tentaciones con las que el poder puede tentarte. Estás expuesto a sentirte más importante que los demás. Experimentas que tienes gran poder y puedes mandar e influir en la vida de muchos otros y que tus decisiones pueden tener consecuencias en sus vidas.

Ser rico enciende y despierta en tu corazón la posibilidad de ensoberbecer tu orgullo y tu poder y, en consecuencia, aliviar o ser indiferente al sufrimiento del que padece. Es cuando tus riquezas serán determinantes para el desenlace final de tu vida. Esa indiferencia es la que dará a tus actos la nota de buenos o malos.

Lo contrario será, no despreciar las riquezas, tanto espirituales como materiales, sino aceptarlas y administrarlas buscando el bien de todos aquellos a los que puedes ayudar y aliviar sus dolores. En tus manos está el asunto. Te rindes a los encantos, seducciones y placeres de este mundo, tal hizo el rico epulón, o tratas de compartir para aliviar el dolor de los que sufren.

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