En el Evangelio de hoy, Jesús quiere llamarnos la atención a
la necesidad de insistir. Pero, no una insistencia motivada por las peticiones,
sino una insistencia y perseverancia apoyada en la confianza de confiar en
Aquel a quien se le pide. En darnos cuenta que es a nuestro Padre a quien le
pedimos.
Y un Padre bueno que nos escucha, nos quiere y nos responde.
Y nos da todo lo que necesitemos. Aquí está lo importante. No se trata de
esperar que nos conceda lo que nosotros pidamos, que, dicho sea de paso, no
sabemos pedir, sino lo que realmente nos conviene y necesitamos.
Sobre todo, para nuestra salvación, que es para lo que ha
venido Jesús, para darnos a conocer el Plan de Salvación, la Buena Noticia de
parte de su Padre. Y es eso lo que importa y en lo que debemos apoyar nuestras
peticiones. O, al menor, esperar, porque nuestro Padre Dios nunca nos dará
aquello que nos puede perjudicar. Por lo tanto, pidamos siempre confiados que
nuestro Padre nos atiende y nos responde dándonos lo que nos conviene.
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