No podemos negar que los bienes ocupan un lugar muy
importante en nuestro corazón. Diría que si no el primero, muy cerca de ello.
Incluso nos valoramos por los bienes que poseemos y hasta medimos nuestra
inteligencia según los bienes que tengas y acumules. Pero, ¿qué sucederá al
final?
También lo sabemos. Todo acaba con la muerte. Lo hemos visto
con nuestros abuelos y padres, y muchos abuelos y padres de nuestros amigos.
Todo termina con la muerte, pero, a pesar de ello, nuestra actitud no cambia.
Seguimos empeñados en darle mayor importancia a los bienes y en esforzarnos en
acumularlos.
Sin embargo, la vida nos puede enseñar que lo importante no
son los bienes, pero, a pesar de todo, debemos pedirle al Señor que nos dé la
sabiduría de, no sólo entenderlo, que creo que lo entendemos, sino la capacidad
y el discernimiento de despojarnos de ellos y poner el verdadero valor en los
bienes del Cielo.
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