Jesús nos revela hoy en el
Evangelio que los niños, los seres más indefensos y necesitados de cuidados y
protección tienen un ángel que los cuida y los protege. Sentirnos pequeños como
niños es reconocer la necesidad de un Padre Dios que nos protege y, por medio
de sus ángeles, nos guarda de los peligros.
Sobre todo, del peligro de
perder nuestra alma. Porque, perder el cuerpo y la vida no tiene la última
palabra, pero perder nuestra alma sería una grave fatalidad. Por eso,
necesitamos al ángel de la guarda que nos aparte de los peligros del mal y de
las tentaciones que nos arrastran a perder nuestra alma.
Hoy, día de los santos
custodios, demos gracias a Dios por estos seres espirituales que, por mandato
divino están al servicio de Dios para protegernos de todos aquellos males que
nos alejan de Él. Y también para que, los encargados de establecer el orden y
la justicia en este mundo sea fiel reflejo de los ángeles del cielo.
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