Tras un mal paso se esconde
la reflexión y la observación. Llegar a la conclusión de que ese mal paso puede
darnos beneficios y servirnos para mejorar es algo muy positivo que, si no se
da el mal paso, no se hubiese presentado esa oportunidad de descubrir lo bueno
del mal paso.
Llegado a este punto estamos
en disposición de afirmar que un mal paso puede ser una muy buena oportunidad
para aprender, mejorar e irnos perfeccionando. Y eso es lo que realmente
sucedió con los apóstoles. Jesús, el Señor, aprovechaba todos esos momentos
donde afloraban sus pecados para irles corrigiendo.
La venganza y el responder a
una ofensa con violencia es uno de ellos. Conviene aprender y saber que
responder con violencia no arregla nada y, eso sí, genera y produce más violencia.
Por lo tanto, lo mejor es, cuando percibe y descubres que la corrección se hace
imposible, alejarte de ese foco y actitud que pueda encender tu respuesta
violenta.
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