lunes, 14 de octubre de 2019

Resultado de imagen de (Lc 11,29-32
Siempre hay desconfianza. Queremos pruebas y milagros que nos saquen de duda, pero, ¿dónde está nuestra fe? ¿Acaso no es la fe la prueba que Jesús nos pide? ¿Y queremos nosotros que Él nos convenza con milagros que sean de nuestro agrado? Indudablemente que somos una generación perversa.

Jesús es la señal y el signo por excelencia. Es el Hijo de Dios Vivo que ha bajado del Cielo para, entregando su Vida, darnos a nosotros la Vida Eterna. Jesús ha pagado nuestro rescate y nos ha devuelto la dignidad de ser hijos de Dios.

Tratemos de no ponerle condiciones ni exigencias a Jesús. Abramos nuestros corazones a su Palabra y tengamos fe. Una fe abandonada en sus Palabras y confiada a la acción del Espíritu Santo que, desde el día de nuestro bautismo,  nos acompaña, nos auxilia y nos fortalece para que creamos en el Hijo de Dios.

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