De la misma forma que
sospechamos sobre lo bueno o malo que nos descubren los tiempos, también
debemos sopesar todo lo que acontece a nuestro derredor y descubrir que el
Reino de Dios habla por sí mismo. La bondad, la generosidad, el amor y todo lo bueno que hay en el mundo nos
revelan que Dios está presente.
A veces no entendemos que con
tanto dolor y malas intenciones el mundo se sostenga con cierto equilibrio y la
vida continúe su camino. A veces no entiendo como el orden del tráfico o de la
justicia se mantenga cuando hay tantas amenazas a destruir y a actuar de mala
manera.
Y es que el Reino de Dios
está entre los hombres y mujeres de este mundo, y, a pesar de que muchos le dan
la espalda e incluso quieren quitarlo del medio, la impronta de Dios en el
corazón del hombre y la mujer se sostiene viva y actúa por obra del Espíritu
Santo. Amén.
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