Es de sentido común pensar que todo aquello que tuvo un
principio tendrá también un final. Sólo Dios es Eterno y ha existido siempre. Él
es precisamente el Principio y el final, porque todo convergerá en Él, que es
el Camino, la Verdad y la Vida.
Y, sin lugar a duda, en nuestro corazón vive un ansia de
felicidad y de eternidad. Está, en nuestro corazón, la huella que Dios hizo y
dejó con una nueva alianza cuando el pueblo de Israel fue deportado a Babilonia
– Jr 31, 31-34 – Y esa es la clave, no perder de vista esa alianza que Dios ha
dejado escrita en nuestro corazón.
Una Alianza que nos sostendrá en los momentos difíciles y
duros de nuestro camino y que nos mantendrá firme y esperanzado hasta el
momento final. Y es que no estamos solos y tenemos la promesa de nuestro Señor
Jesús que nos anima a sostenernos con la cabeza levantada. Amén.
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