miércoles, 13 de noviembre de 2019

Resultado de imagen de Lc 17,11-19
Jesús actúa por amor y se compadece de aquellos diez leprosos cuando, al verlo, le gritan para que se compadezca de ellos y les cure. Y Jesús responde con un corazón misericordioso, pero, ¿y ellos? ¿Nos ocurre a nosotros lo mismo? Hemos recibido la vida, pero también el ofrecimiento de la salvación, ¿y le correspondemos?

¿Nos sentimos agradecidos y le damos gracias? ¿Nos sentimos profundamente salvados y le alabamos, le adoramos y escuchamos su Palabra? ¿Somos fieles a nuestro compromiso de bautismo al participar como Jesús de sacerdote, profeta y rey como É por la Gracia del Bautismo? Mirémonos en el leproso, el extranjero, que regresó, agradecido, a alabar y dar gracias a Jesús reconociéndole el Hijo de Dios.

Posiblemente, como aquellos leprosos que no regresaron, nos olvidamos de todo lo que nuestro Padre Dios nos ha dado, y del rescate que su Hijo, nuestro Señor, Jesús, nos ha merecido para nuestra salvación entregando su Vida libremente y voluntariamente para el perdón de nuestros pecados.

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