La intención que vive en
nuestro corazón siempre espera una devolución, a manera de recompensa cuando
hacemos algo a alguien. Nos resulta muy duro y difícil hacer algo gratuito y
nuestra primaria intención es tratar de conseguir algún beneficio. Sin embargo,
Jesús nos propone todo lo contrario.
Se trata de dar sin esperar
nada a cambio. Por eso, será mejor y conveniente dar al que no te pude dar. Y
esos son los pobres, los marginados y todos los que, careciendo de todo,
necesitan tu ayuda y tus generosos favores sin condiciones y totalmente
gratuitos.
Por todo ello, Jesús te
propone hoy lo siguiente: «Cuando
des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y
tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los
lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden
corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».
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