lunes, 11 de noviembre de 2019

Resultado de imagen de Lc 20,27-38
Los cristianos esperamos encontrar un Cielo donde seamos colmados de plena felicidad. Un cielo que no nos lo podemos imaginar desde nuestra perspectiva humana, pues somos limitados e incapaces de imaginarlo y nuestra equivocación queda asegurada. La grandeza de Dios es inalcanzable para el hombre.

Los cristianos vivimos en esa esperanza y, dejando a un lado nuestras pesquisas y suposiciones, debemos confiar en la Palabra del Señor. Jesús nos ha prometido volver para llevarnos con Él y, para ello, nos prepara una mansión – Jn 14, 2 – así que pongamos toda nuestra confianza en su Promesa.

Hoy en el Evangelio nos desengaña de nuestras torpes suposiciones y comparaciones con este mundo donde vivimos y nos dice: Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.

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