martes, 26 de noviembre de 2019

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Todo lo creado tendrá su fin y todo lo que hoy contemplamos maravillados quedará, un día, destruido. Sin embargo, eso no ocurrirá como por arte de magia, sino que tendrá sus signos y señales que lo irán anunciando, por decirlo de alguna manera. El Evangelio de hoy nos habla al respecto de eso.

Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida». Y a las preguntas de ellos sobre cuando sucedería eso, Jesús agregó: «Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato». 

Jesús nos advierte de que todo esto tiene que suceder y, de hecho, está sucediendo. Vemos señales de guerras, de cambios y revoluciones que incluso amenazan con excluir al Señor de la sociedad. Se mata a los inocentes dentro de vientre de sus madres y se promulgan leyes – eutanasia, que persiguen eliminar a las personas como si de objetos productivos se trataran.

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