El
pueblo permanece dormido en el tiempo y olvidado de la promesa redentora y, por
consiguiente, de la llegada del Mesías prometido. Un pueblo que en estos
momentos vive de espaldas a Dios y que necesita que le despierten con el
anuncio de la llegada del Mesías prometido.
Sin
embargo, sucede que llega Juan y lo tachan de radical, austero y loco. Luego,
viene Jesús y lo califican de comelón, bebedor y que se junta con publicanos y
pecadores. Y es que siempre encontramos causas que justifiquen nuestros
intereses.
Por
tanto, miremos nuestro interior y veámonos tal como somos y sin miedos, porque,
eso significa ser humilde y aceptarnos tal como somos. Pues, será a partir de
ahí, y por su Gracia, como podemos perfeccionarnos según su Voluntad. Amén.
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