Las circunstancias obligan a
José y María a buscar un lugar apartado y abandonado, una especie de cueva
donde había algunos animales y a acomodarse allí para alumbrar el nacimiento
del Señor. No hubo posada que le diera acogida y tampoco su propio pueblo le
acogió.
Son los pastores, a quienes
se les anuncia el nacimiento del Mesías esperado, los que acogen la noticia con
entusiasmo y alegría. Son los pobres y marginados de la sociedad y ellos
siempre están dispuestos a acoger una Buena Noticia.
También nosotros hemos
recibido el anuncio de la Buena Noticia, pero, ¿la hemos acogido? ¿Abrimos nuestro
corazón para que el Señor nazca dentro de nosotros, o, por el contrario
convertimos la Navidad en un celebración rutinaria donde lo que importa es la
comida, los regalos y las fiestas?
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