No podemos someter el bien del hombre a unas normas o preceptos
que, si bien son necesarias para regular la vida y poner orden, no son anteriores
a él. Nunca se puede dejar de atender a una persona que sufre porque la ley lo
dice. Esa ley no cumple su finalidad como es buscar el bien del hombre.
Al final, lo verdaderamente importante es el bien que hagas
y que puedas hacer. Es decir, de la medida de amor que des a los demás con tu
entrega y servicio. Un amor apoyado en la verdad, justicia y en la vida. Un
amor que construye un mudo mejor en paz y justicia.
Y una vida que sólo puede dar el que la ha creado, nuestro
Padre Dios. Por tanto, una sola cosa es importante, hacer la Voluntad de Dios,
nuestro Padre, que nos quiere, que nos ha regalado la vida y que busca nuestra
verdadera felicidad
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