lunes, 17 de febrero de 2020

Resultado de imagen de Mc 8,11-13
Confundimos a Jesús con alguien que viene a probar su veracidad y su divinidad. Alguien que ha sido enviado a anunciar la Buena Noticia de Salvación y que tiene que probar quien es. ¿Acaso su Vida y su Palabra no nos lo revela?

Nuestra terquedad y cerrazón nos lo exige. No aceptamos su Verdad y su Vida. Buscamos un libertador según nuestra imaginación y nuestra razón. Un libertador fuerte, poderoso y capaz de poder contra los enemigos. Y Jesús aparenta todo lo contrario.

No comprendemos la ley del amor que Jesús nos propone. Eso de la humildad, de la paz y el amor nos parece débil y nada convincente. No nos convence su propuesta y exigimos pruebas más contundentes y que muestren mayor poder. El amor no nos parece la solución.

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