Es en el corazón del hombre
donde se cuecen la verdad de sus buenas o malas intenciones. Porque,
aparentando ser buenas unas resultan que son malas porque disfrazadas de
verdad, desnudas resultan ser mentiras.
De ahí que todo lo que reluce
no es oro, pues disfrazados de verdad pueden estar interiormente llenos de
mentiras. Por lo tanto, no sólo se incumplen las leyes que están escrita sobre
el papel con la vida sino también desde y con el corazón.
De modo que, quien ha
cumplido la ley escrita tiene que también cumplirla con el corazón, pues, a
pesar de cumplirla bajo las apariencias, la certificación de su verdad está
impresa en su corazón. Y si el corazón dice otra cosa la ley ha sido burlada.
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