Ser creyente y seguidor de Jesús de
Nazaret, el Hijo de Dios, es vivir en silencio la verdad que esconde en su
corazón. Es no buscar que te vean ni lucir lo que haces, sino humildemente
estar disponible para hacer el bien sin mirar a quien, pero dando siempre
preferencia a los pobres.
Ser cristiano es huir de las apariencias y
la imagen. Es mostrarte tal como eres en todas las circunstancias que la vida
te presenta, buenas y malas, y sostenerte en la confianza de que el Señor está
contigo y actúas por Él, en Él y por amor a Él.
Y darte cuenta de que toda tu verdad se
cuece y nace dentro de ti, en lo más profundo de tu corazón. Por eso, nunca
debes moverte para que te vean, porque, tu Padre que está en el Cielo y
presente en todo momento de tu vida, ve tu actuar y tus verdaderas intenciones.
Y eso es lo que verdaderamente importa.
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