La Ley y los profetas nos hablan del Mesías que ha de venir.
Moisés nos acusa en muchos momentos del camino cuando nuestros corazones
endurecidos rechazan al Señor y buscan nuevos ídolos. Perdemos la paciencia y
no perseveramos confiados en el Señor.
Las Escrituras testifican todo lo que está sucediendo y
todas sus profecías se cumplen en Jesús, pero, aceptar al Señor exige cambiar
de vida y a eso no están dispuestos los sumos sacerdotes, fariseos y judíos que
se encuentran bien instalados y dominadores del pueblo.
En estas situaciones la demagogia y los mecanismos de
defensa se activan y buscan las mil y una manera de auto engañarnos y
justificarnos. No nos valen ningún testimonio, ni Juan, ni Moisés ni las
Escrituras. Ni admitimos que es el Padre quien nos lo ha presentado en el
templo a través de Simeón, el bautismo o monte Tabor.
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