Reconocer la valentía de María es reconfortante y admirable.
Porque, es nuestra Madre también y porque, por Ella, Jesús entró en este mundo
nuestro para, tomando nuestra misma naturaleza, hacerse hombre y enseñarnos el
único y verdadero camino hacia la Casa del Padre.
Y, descubrir la libertad que Dios nos ha dado para, primero,
contar con nosotros y pedirnos permiso para entrar en nuestro corazón y
cambiarlo de un corazón endurecido y egoísta en un corazón como el Suyo.
Porque, lo mismo dijo a María antes de considerarla su Madre.
Jesús quiso, primero, contar con el permiso de María
anunciándole si quería ser su Madre. Para ello envío al ángel Gabriel a
decírselo y, anunciado, María, después de explicarle el ángel la participación
del Espíritu Santo, se ofreció como la esclava del Señor sometiéndose a su
Voluntad.
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