domingo, 15 de marzo de 2020

Resultado de imagen de Jn 4,5-42
Nuestro corazón ha sido sembrado de la semilla del amor. Un amor que, primero pide y sólo se preocupa de recibir. Es muy joven para dar. Pero, le llega el momento de madurar y de empezar a dar frutos. Entonces es la hora de, no sólo de recibir sino de empezar también a dar.

Y en ese recibir y dar descubrimos que la felicidad se esconde más en el dar que en el recibir. Experimentamos que cuando damos sentimos gozo y paz. Son los frutos del amor, de ese amor que empezamos a descubrir en la medida que empezamos a dar y darnos.

Pero, advertimos y nos damos cuenta que para dar tenemos primero que llenarnos de ese único Amor que salta a la Vida Eterna. Se trata de esa Agua Viva de la que Jesús le habla a la samaritana y que calma nuestra sed para siempre. Es ese el Amor que hay que buscar y pedir para calmar nuestra sed eternamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.