Jesús se da cuenta que, después de la
multiplicación de los panes y de saciar su hambre, la gente se olvida de la
intencionalidad con que Jesús lo hizo. Quieren más y solo piensan en saciar su
sed y hambre material de las cosas de este mundo. En el fondo buscas saciar sus
necesidades.
No captan el mensaje de que Jesús es el
Pan de la Vida, de la verdadera y única vida, porque, todo lo de aquí abajo
perece. Estamos distraídos también nosotros y debemos preguntarnos si buscamos
a Jesús con el propósito de solucionar nuestros intereses poniendo eso lo
primero en nuestros corazones.
Quizás, ese fuego y ese amor primero que
experimentamos hace ya algún tiempo se hayan ido apagando con los fuegos
artificiales de este mundo. Y nos hayamos quedados estancados y establecidos en
una parálisis que no nos deja crecer encandilada por las apetencias de este
mundo. Pensemos que lo verdaderamente importante no está aquí abajo, sino que nos viene de arriba.
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