jueves, 23 de abril de 2020

Catholic.net - El que cree en el Hijo tiene vida eterna
Pedro, el elegido para liderar al grupo era un hombre variable, miedoso y hasta cierto punto cobarde en algunas ocasiones. En otras mostró valentía, arrojo e imprudencia. Recordamos que Jesús le increpó diciéndole: “apártate de mí, Satanás”; en otra ocasión le negó tres veces y se escondió.

La pregunta es: ¿cómo fue capaz y de dónde le vino esa valentía para responderle a los del sanedrín sin vacilación y con firmeza?: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».

¿Tiene esto explicación? Sólo desde una seguridad de saber que Jesús había resucitado y de que en Él estaba la vida eterna, se puede entender. Y de la acción del Espíritu Santo que les llena de valor, de sabiduría y de fortaleza. No se puede entender de ninguna otra manera.

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