Si en las familias hay enfrentamientos y
divisiones, ¡cuánto más será en otras sociedades, asociaciones y colectivos! La
fidelidad cristiana encuentra su mayor expresión en el amor. El amor es la
esencia de la unidad de los hombres y mujeres, y con él, el artífice de la paz
del mundo.
Pero, sostenerse en el amor entre los
demás es tarea ardua y difícil, hasta el punto que la mayor dificultad en el
amor es sostenerse unidos en actitud fraterna. Y eso es lo que Jesús quiso que
los apóstoles aprendieran a lo largo de los tres años que le acompañaron. La
multiplicación de los panes como otras muchas ocasiones deja entrever esa
preocupación de Jesús.
Porque, al final, lo que prevalece y
sobresale es el amor a los demás. Será solo de eso de lo que seremos juzgados,
del amor a los demás, y sólo podemos lograrlo estando cercanos y en medio de
los demás. Por lo tanto, acercarnos en disponibilidad de preocuparnos por el
bien de ellos, que es amarlo, es lo hay que hacer y aprender.
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