El amor es el catalizador que puede hacer posible esa
unidad, pero ese amor sólo puede hacerse realidad desde el Espíritu Santo y de
nuestra apertura a su acción en nosotros. Si podemos, pero, nunca solos, pues
desde nuestra pobre humanidad somos fácilmente vencidos por el demonio.
Por tanto, debemos estar confiados en que podemos
llegar a ser uno como el Padre y el Hijo son uno, pero, siempre desde la acción
del Espíritu. Para eso ha venido el Paráclito, para, a parte de enseñarnos el
camino, auxiliarnos y darnos el pasible valor de sostenernos firmes.
Ese es nuestro destino y lo que esperan el Padre y el
Hijo que realice el Espíritu Santo. El tiempo ya está en marcha y sólo Dios
sabe la hora y el momento. Pero, para nosotros cada instante cuenta y cada hora
es una hermosa posibilidad de atesorar el verdadero tesoro: amar y amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.