¿Qué hermoso y gran misterio, Señor? No llegaré nunca
a comprenderlo, pero, ¿sabes una cosa? Sin saber cómo y por qué, creo,
humildemente que cada instante, cada hora de mi vida, aun no siendo mejor, sí,
me parece, que mi fe crece. Y me siento
acompañado a través de tu Espíritu.
Un Espíritu prometido que se hace presente en mi vida
y que, abriéndome a Él, me sitúa, me orienta, me encausa y me auxilia en los
momentos de cruces, de dificultades y de peligros. Me auxilia fortaleciéndome a
soportarlos, a encajarlos, a sufrirlos con pasible paciencia y fe.
Sin embargo, Señor, a pesar de tu proximidad, de tu
presencia de Espíritu, me desoriento y me siento tentado y debilitado en mi
espíritu pecador. Sé que tengo que cargar con mi cruz, pero, porque quiero
cargarla y sufrirla, te pido que, a pesar de mis miedos y debilidades, infundas
en mí las fuerzas para sostenerme firme en mi fe y seguimiento a Ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.