Se hace necesaria la comprobación de nuestra fe día a
día. Hoy quiero más al Señor y me comprometo algo más que ayer. Tengo, y
necesito experimentar, que mi fe va creciendo en sabiduría y compromiso. Así la
vivió Jesús durante su infancia y juventud. Y así debe sucederme a mí también.
Pentecostés significa que el Espíritu Santo ha venido,
no para simplemente asistirme a mí como persona individual, sino para, unirnos
a todos en uno sólo, tal y como el Padre y el Hijo son uno. Pentecostés es
unidad y es el Espíritu de la Verdad el que viene a unirnos y a congregarnos.
Y es que necesariamente en el amor se realiza esa
unidad, pues sin amor no estaremos unidos. Y es que, para amar se necesita
estar cerca el uno del otro, es decir, estar unidos en verdadera fraternidad.
Eso sólo lo podemos lograr en y con la presencia y acción del Espíritu Santo.
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