Siempre será un misterio que, no sólo nos perdone
Dios, sino que, después de ofenderle y reírnos en su presencia, nos dé la
posibilidad de salvarnos eternamente. ¿Se puede comprender eso? Rotundamente,
no. Dios nos trata como hijos y a todos, buenos y malos, nos buscas y nos ama.
Esa es la razón que nos puede explicar, sin poder
asumirlo, que tenemos que amar, no sólo a los amigos, sino también a los
enemigos. Y a estos de manera especial, porque es en ellos donde se da
verdadera prueba de amor.
Porque, como
nos dice Jesús: «si amáis a los
que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los
publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de
particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed
perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.