Hay muchos campos en los que nos consideramos
humildes, pero en materia religiosa o conocimiento de Dios, nadie sabe más que
yo. Nos puede hablar de Dios y decirnos muchas cosas de Él, pero no nos
convence nada, porque nuestra razón es lo suficiente sabia para saber que
decidir.
Posiblemente no sepamos nada sobre Jesús, pero no
aceptamos nada sobre lo que nos dicen de Él. No sabemos mucho sobre algunas u
otras cosas, pero de Dios y su Hijo Jesús lo sabemos todo. Y es esa suficiencia
la que me impide abrir mi corazón con verdadera humildad a la Palabra de Dios.
También le sucedió a Jesús con sus enseñanzas y, por
eso, entiende que sólo aquellos que, abajándose, se hacen humildes pueden
entender y aceptar su mensaje. Eso debe ayudarnos a preguntarnos: ¿Soy yo
humilde y me abajo a la altura de los más pequeños para acoger la Buena Noticia
que me trae Jesús?
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