sábado, 11 de julio de 2020

curso de religion
Hemos recibido una tierra fértil y capaz de, bien cultivada y cuidada, dar frutos que nos sirvan para, por la Misericordia de Dios, alcanzar la Vida Eterna en plenitud de gozo y felicidad. Pero, mientras la cultivamos en este mundo nos amenazan muchos peligros.

Nuestra misión consiste en cuidarla, limpiarla, protegerla de todos esos peligros y cuidarnos de que dé frutos. Y los peligros están dentro de nosotros y, para dar buenos frutos tenemos que limpiarnos nosotros primero. Porque, nuestra tierra está en nuestro corazón y, si nuestro corazón está sucio y descuidado, nuestra siembra no dará frutos.

Por tanto, tratemos de dejar nuestra tierra en Manos de un buen Sembrador que sea capaz de convertir nuestra contaminada tierra en tierra buena. Y, de tierra  buena y bien abonada, dar una cosecha de buenos frutos que sean agradables a nuestro Padre Dios.

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