La experiencia nos dice que el hombre y la mujer que
oran, no solo están más cerca de Dios, sino que sus actuaciones van más acorde
con la voluntad de Dios. Es evidente, pues, que la lucha y la oración te hacen
mejor y que, el mundo, demonio y carne encuentran más dificultades para
arrastrarte con sus tentaciones y seducciones al camino del mal y de las malas
obras.
De cualquier manera, la lucha está planteada, el bien contra
el mal, porque, así ocurre en nuestro corazón. Hay buena semilla, pero también
Dios deja que coexista al mismo tiempo malas hierbas. Y su Voluntad es que
ambas crezcan juntas.
Ya llegará el tiempo de la siega. Y es ese tiempo el que no
podemos perder de vista. Esa es nuestra esperanza y también el sustento y el
apoyo de nuestra fe. La Palabra de Jesús nos sostiene y nos ayuda a mantenernos
firmes y a perseverar hasta el final donde vendrá la justicia de nuestro Padre
Dios.
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