Muchos de los que formamos esa mies del pueblo de Dios
justificamos nuestra pertenencia por la voluntad de nuestros padres, pero no
porque ellos han querido libremente y voluntariamente. Sin embargo, sus y
nuestros padres han querido dar lo mejor para sus hijos.
¿Qué sucede entonces? Simplemente que, nosotros cuando
somos mayores seremos libres para aceptar o no. Hemos recibido el bautismo,
pero somos libres para, con uso de razón, podamos aceptar o no. Por eso, hacen
falta obreros para dar y explicar a esa mies las razones de nuestro Padre Dios
para amarnos y salvarnos de la esclavitud del pecado.
Lo verdaderamente importante es que, quieras o no, en
eso nos va la vida. La Vida Eterna, que es la que verdaderamente importa. La
otra, la que todavía tenemos se gasta pronto y, si llegamos a viejo, no durará
más de unos cuantos años. Nos interesa la Vida Eterna y de eso vino a hablarnos
y, continúa hablando a través de los que colaboran con Él el Hijo de Dios. Por
tanto, convendrá escucharle.
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