No hace falta insistir porque todos estamos de acuerdo
que el hombre y la mujer buscan la plena felicidad. No nos valen medias tintas
y, aunque aparentemente parece que nos conformemos con medianías, todos
queremos alcanzar la plenitud de la felicidad.
Y puede ocurrir que muchos no hayamos tenido
experiencia de esa felicidad y necesitemos experimentarla, pero, en este mundo,
en el que estamos, no se encuentra esa felicidad que buscamos y, por mucho que
insistamos y nos esforcemos nos equivocamos de camino.
La felicidad plena y a la que todos aspiramos está en
la Casa del Padre. Así lo dijo San Agustín: "Nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no repose en Ti". Y es que ese deseo de felicidad, al que
aspiramos irremediablemente, se nos ofrece en la Buena Noticia.
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