Aquella adolescente, influida por su madre, quedó
persuadida y malintencionadamente manchada perversamente
en lo más profundo de su corazón. El odio y deseo de venganza de su madre hacia
Juan manchó también el corazón inocente y limpio de la inocente hija.
Triple delito de aquella
perversa mujer. Primero, el pervertir a su hija persuadiéndola
malintencionadamente; segundo, someterla e influirla con su odio y deseo de
venganza y, tercero, manchar su corazón con el pecado. Gran responsabilidad que
nunca compensará la caduca felicidad que puede darte este mundo.
Por el contrario, el Tesoro
de gozo pleno y Vida Eterna que te da el abrazar la Cruz por amor a Jesús es
incalculable e inmenso. Se trata de mirar nuestro interior y buscar en él
nuestros deseos más profundos. Deseos de felicidad, de gozo y de Vida Eterna
que solo podemos encontrar abrazando la Cruz por amor a Jesús. Amén.
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