Jesús nos explica en la
parábola de las doncellas, utilizando la alcuza y el aceite como símbolos, la
necesidad de vivir cada día vigilante en responder con nuestras obras a la
Voluntad de Dios. Y nos preguntamos, ¿cuál es su Voluntad?
La respuesta es amar y amar.
Amar como nos ama el Señor probado hasta dar su Vida por cada uno de nosotros.
Pero, ese amor que nosotros manifestamos debe de descubrirse y verse en
nuestras obras de cada día. Obras sencillas y humildes en el trato y relación
diaria con nuestros semejantes.
Porque, de eso se trata, de
estar vigilante a la llegada del novio teniendo nuestra alcuza bien provista de
buenas obras. De lo contrario, el Novio podría sorprendernos al encontrarnos
con la alcuza vacía. No podemos pedir las obras de otros, porque, solo nos
valdrán las nuestras.
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