La multiplicación de los panes y peces nos viene a
revelar que todos llevamos un cesto con cinco panes y peces. Lo hemos recibido
en la hora de nuestro nacimiento y, a través de nuestra vida, estamos llamados
a multiplicarlo y compartirlo. Cada cual según sus posibilidades y medidas.
La comunidad – el mundo – recibirá esa comida que
necesita en la medida que todos aportemos nuestra ración de panes y peces. Es
decir, de lo que tenemos, tanto material como espiritual, y lo compartamos para
el bien de los demás con generosidad y verdadero amor.
Ahora, lo que tú te guardes no pasará ni ayudará a los
demás. Quedará para tu provecho o no de ti mismo. Y eso repercutirá en aquellos
a los que estaba destinado recibir esa ayuda tuya. Lo que tú no compartas no lo
podrá hacer otro. Eso te toca a ti concretamente. De ti dependerá.
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