No es nada fácil seguir a Jesús cuando nuestro corazón
está herido por el pecado y nos impide ver con limpieza y claridad su rostro. Y
cuando esas heridas pueden presentar una dificultad o riqueza que pueden nublar
tu vista y arrinconar a Jesús. El Señor, que lo sabe, nos advierte de esa
dificultad.
Y, cuando Jesús nos lo dice es porque, conociéndonos,
sabe que, no solo nos va costar, sino que no podremos hacerlo con solo nuestras
fuerzas. Necesitamos el auxilio y la asistencia del Espíritu Santo para
vencernos y despojarnos de nuestras riquezas.
Primero debemos reconocernos ricos y, segundo,
descubrir que con solo nuestras fuerzas no podremos superar la seducción y
apetencia de esas riquezas. Por tanto, pidamos el auxilio del Espíritu Santo y
abramos nuestro corazón a su Espíritu para, fortalecidos en Él, superar los
obstáculos del camino. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.