Sucede que cuando hablas, y lo hablado no se traduce
en la vida, algo va mal y no huele a verdad. Porque, si tu vida pública se
conduce de forma diferente a tu vida privada, tu vida no habla la verdad. Y si
vives, pues, en la mentira no estás siguiendo a Jesús. Peor todavía porque
falseas tu seguimiento.
Por tanto, pedimos, reconociendo nuestras
limitaciones, ser coherentes y vivir con humildad nuestra pobreza esforzándome
para que nuestra vida se corresponda con nuestra palabra sin estridencia ni
arrogancia sino reconociéndonos pecadores con humildad y pobreza.
Por eso, Señor, desde esa actitud te pedimos que nos
des la fortaleza para sostenernos pacientemente y humildemente en tu presencia.
Perseverar e insistir, a pesar de tropezar con las dificultades que nos
presentan nuestras propias debilidades y el pecado. Contigo, Señor, venceremos.
Aumenta nuestra fe. Amén.
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