viernes, 18 de diciembre de 2020

 

José no se oye ni se ve, pero su presencia y su acción son admirables. Su vida es escasa de palabras, pero tiene lo que verdaderamente importa, vida. Hablan su obediencia, su compromiso y su fidelidad, a pesar de su confusión y dudas.

José tiene sus planes, pero Dios les pone otros, y eso descubre la gran confianza que Dios tiene en él. Y no se lo pone fácil hasta el punto que, sin comprender nada, se fía de la Palabra del Señor y obedece fielmente al Plan que Dios le propone.

Y asume con humildad y confiada esperanza en el Señor la enorme responsabilidad que le cae encima de acoger al Hijo de Dios, de educarlo en sus primeros años, de defenderlo ante las amenaza de Herodes, de huir a Egipto y de, sin entender nada, acompañarlo y defenderlo hasta su muerte

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