lunes, 28 de diciembre de 2020

 

No cabe ninguna duda que el miedo nos solivianta y nos descontrola. Miedo a perder la vida; miedo a perder poder; miedo a la inseguridad de nuestra comodidad, de nuestros intereses y, en definitiva, miedo a perder nuestros egoísmos. Y en esa situación somos capaces de todo.

Posiblemente, también nosotros hemos sido muchas veces de nuestra vida Herodes. Herodes llenos de miedo y capaces de dejar caer toda nuestra ira y violencia sobre los más débiles e inocentes. Porque, siempre nuestros miedos recaen sobre los más pequeños e inocentes.

Son los más fáciles de engañar, de no poner resistencia, de confiar y de tener buenas intenciones y disponibilidades. Siempre abiertos y dispuestos a colaborar, a escuchar y a tolerar. Porque, la inocencia también es madura, recta y bien intencionada. Así es el amor y así pasó Jesús por este mundo.

 

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