lunes, 27 de diciembre de 2021

 

Ellos, tanto María Magdalena, como los apóstoles Pedro y Juan que corrieron – advertidos por María Magdalena – vieron que el Cuerpo de Jesús no estaba allí. ¿Qué había sucedido? En ese momento comprendieron lo que les había dicho Jesús: Sería crucificado, muerto y resucitaría al tercer día.

Al entrar al sepulcro, observaron que las vendas estaban en el suelo, pero, sin embargo, el sudario estaba bien enrollado en otra parte. Era evidente que quienes se llevan el Cuerpo de Jesús no reparan en dejar nada bien enrollado en otra parte. Se suponía que no había otra evidencia sino que Jesús había Resucitado.

¿Y los guardias? ¿No vieron nada? ¿Quiénes pudieron mover la enorme piedra del sepulcro sin hacer ruido ni despertar a nadie? Tanto nos cuesta creer lo evidente y lo que realmente sucedió allí. La realidad estaba delante, Jesús había Resucitado. Y Pedro y Juan, entre otros muchos, creyeron hasta el extremo de entregar su vida por su fe en Jesús.

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