Es
de sentido común perdonar a quien te perdona y, también, de amar a quien te
ama. Eso es lo que nosotros entendemos desde nuestra razón. Luego, ¿cómo nos
vamos a presentar delante de un Dios Padre que nos ha perdonado y pide también
que nosotros perdonemos a los enemigos?
Esa
es la medida de nuestra salvación. Porque, así seremos juzgados, según la
medida que demos también nosotros. Según perdonemos, seremos perdonados; según
amemos, seremos amados. Y tanto el perdón como el amor se da a amigos y
enemigos.
Lo repetimos varias veces cada día al rezar el Padrenuestro. Seré perdonado en la medida que yo también perdone, sin excluir a nadie – amigos y enemigos – hasta el punto que esa será la medida con la que he de ser yo también juzgado.
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