Reconocemos
que nuestra naturaleza está fuertemente herida por el pecado. Soberbia,
ambición, egoísmo, envidia y venganza. Son virus que esclavizan nuestra
naturaleza y nos apartan de la misericordia del Corazón de nuestro Padre Dios.
El
reto es levantarnos. Superar y vencer nuestra soberbia con humildad. No nos
será nada fácil, pero, apoyados y esperanzados en ese Amor Misericordioso de
nuestro Padre, caminamos con la esperanza de ser acogidos, al menos, como un
criado más.
Y en esa esperanza y actitud tomamos fuerza para levantarnos. No quedarnos en ese fango de perdición al que el pecado nos lleva y nos somete. La alegría de un Padre Bueno que nos espera nos mueve y nos anima. Él es nuestra esperanza.
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