viernes, 15 de abril de 2022

 

Se ven desplazados. La multitud te sigue y admira tu forma de hablar y de tratarle. Experimentan ternura en tu mirada y alivio con tus obras. Quieren estar contigo.

Y ellos, los sumos sacerdotes y fariseos empiezan a verse relegados, sin gente que les sigan. Buscan falsas razones y apariencias para justificar tu condena. No te creen y cierran sus corazones a tu Palabra y a tus obras. Están ciegos de ira y envueltos en la oscuridad.

Y ciegos deciden crucificarte. Judas, uno de tus discípulos, les brinda la ocasión y, en la oscuridad del pecado, se presta a condenar al Señor. Es la ceguera en la que nos envuelve e pecado. Nos somete y nos impide ver la ternura y la Misericordia con la que nos mira el Señor.

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