Nuestra fe se apoya en la muerte y resurrección de
nuestro Señor Jesús. Sin ella nada esperamos ni tiene sentido. Pero, con ella,
nuestra vida y muerte cobra todo su sentido, se llane de esperanza y gozo
eterno.
Por la fe, la muerte de Jesús manifiesta la victoria
de la Vida sobre la muerte. Ésta ya no tiene la última palabra. La muerte se
queda simplemente en un paso de este mundo caduco al Eterno. Un mundo donde reinará
la Verdad, la Justicia, la Paz y el Amor.
Jesús entrega su Vida, libre y voluntariamente, por amor. Un Amor que anuncia la Verdad, la Justicia y la Fraternidad. Un Amor que, precisamente, busca este mundo. Pero, por el pecado, se somete a la mentira e injusticia.
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