Señor, sin Ti la vida pierde todo su sabor
y su luz. Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Nos lo ha dicho varias veces.
¿A dónde voy sin Ti? Dame, pues, Señor, ese capacidad de saber saborear – ser sal
– y alumbrar mi vida para alumbrar otras vidas. Amén.
Hay muchos momentos que nuestra vida se
apaga y se queda inmersa en la oscuridad. Aparece una enfermedad; el negocio se
viene abajo; los proyectos no salieron bien…etc. Nuestra sal se desvirtúa y no
sala. Nuestra luz se apaga y tampoco alumbra.
Son momentos donde la fe es fundamental.
Una fe apoyada en la paciencia, la misericordia y la amabilidad. Una fe fiel
que sabe que su Padre está ahí, a su lado y le cuida para que la sal de su vida
vuelva a salar, y la luz a alumbrar el camino, tanto el suyo como con los que
van a su lado.
Experimentas que tu vida sala y alumbra. Y, adviertes cuando das sabor y luz en los ambientes y situaciones por los que pasa su vida. Posiblemente, cuando te llenes de paciencia, de misericordia y amabilidad, tu vida está manifestando el amor que, apoyado en Xto. Jesús, será sal y luz para el mundo por el que transitas.
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