Sin
el Paráclito – Espíritu Santo – no podremos superar las adversidades, las
seducciones y tentaciones que el mundo, demonio y carne nos tienden. Por eso,
necesitamos bautizarnos, porque, es, precisamente, en el bautismo donde el Espíritu
de Dios baja a nosotros.
Necesitamos,
Señor, la paz. Pero, no solo una paz de armonía, de convivencia y de pacifismo,
sino una paz de corazón, de serenidad, de verdad y justicia y, sobre todo, de
amor y fraternidad. Una paz que descubra los derechos y dignidad de la persona.
Juntos podemos enfrentarnos a los que solo quieren que hay un pensamiento obligado y, en este caso, para matar a los inocentes. Juntos, sobre todo, los sanitarios, harán que su voz sea escuchada y respetada. Y, nosotros, padres y madres, les apoyamos.
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