Permanecer
en Ti, Señor, es síntoma de gozo y alegría. Porque, no puede ser de otra
manera. En Ti no está la tristeza, ni la angustia o la infelicidad. Tú eres la
plena alegría y gozo eterno. Por eso, Señor, quiero permanecer en Ti, para
estar feliz y alegre. Amén.
Cuando
tratamos de hacer vida la Palabra, la experiencia es gratificante, gozosa y
llena de vida. Experimentamos esa alegría que se esconde en la Palabra, el
Tesoro escondido del que habla Jesús: El Reino de Dios.
¿Cómo se atreven a decidir sobre mi vida? ¿Acaso no tengo el mismo derecho que tú a vivir? ¿No es la vida un don y regalo gratuito que nace del amor? Luego, ¿cómo es que algunos se erigen el derecho a decidir sobre mi vida?
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