Desde
la hora y el instante de nuestro bautismo, el Espíritu Santo está en nosotros y
está para ayudarnos, asistirnos y fortalecernos en el cumplimiento de nuestra
misión, anunciar la Buena Noticia.
María,
Madre de la fe y la perseverancia. Enséñame a perseverar en la oración desde la
paz y la esperanza en la venida del Espíritu Santo, para que, llegada la hora,
sepa yo también abrirme a su acción y dejarme guiar por sus impulsos de amor.
Amén.
No ha vendido – el Espíritu Santo – para un rato, para darnos un consejo, para sugerirnos como encontrar el camino. ¡Nada de eso!, ha venido para acompañarnos en el recorrido de, siguiendo a Cristo, encontrar la fortaleza, la paz y sabiduría de ser como Él.
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