Sin lugar a dudas,
somos responsables de poner toda la carne, por nuestra parte, en el asador,
pero, los resultados no dependerán de nosotros. Siempre serán del Espíritu
Santo, porque, es Él quien realmente evangelizas, quien convierte y quien y
transforma.
Sin
Ti, Señor, nada podemos. De modo que, poniendo todo nuestras capacidades y
talentos – recibidos de tu mano generosa – superaremos las dificultades siempre
que estemos abierto a la acción del Espíritu Santo.
La
confianza en sabernos acompañados, ¡y que compañía!, nos llena de esperanza, de
ánimo y seguridad. Sí, sabemos, y lo hemos experimentado, muchos tropiezos,
dificultades y hasta sufrimientos, pero, asistidos por el Espíritu siempre
tendremos fuerzas.
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